RECORDATORIO 02

 RECORDATORIO 02

Mientras le ponía el condimento mágico a mi futura tarta de verduras (curry) reflexionaba sobre la cantidad de pensamientos intrusivos que tuve durante el día.

Pensaba en lo incómodo que es pararse firme ante ellos y decirles no.
Identificarlos cuando afloran en forma de creencias que sé que sólo sirven para manterme chiquita y a un costado (con suerte en los márgenes de algo), y ponerles un freno teniendo la absoluta certeza de que ESO no es real, a veces es un tanto complejo.

Son esas creencias que vienen como fantasmas a acechar cuando una quiere seguir con su rutina; cuando se está en esa de crear cotidianidad y presencia creativa desde el valor por una misma y por todo, desde el resonar íntimo y profundo que es estar siendo <YO>.

Qué incómodo es -y muchas veces difícil- aceptar, validar y atravesar esas sensaciones tan desagradables sin terminar siendo tomada por ellas. Sobre todo por el miedo, cuya función básica sabemos es la de proteger para garantizar supervivencia. 

Un gigante limitante - cuando una no corre ningún tipo de peligro real.

Y mientras pensaba en todo ésto y revolvía los zuchinnis, brócolis y zanahorias en la olla - que ya estaban en los minutos previos a convertirse en el relleno de mi futura tarta de verduras -, pensé que no había mejor forma de luchar contra ellos que recordar, constantemente, que ésta y todas las experiencias se tratan de amor.

Tan simple, tan claro y "cursi" como eso.

Amor.

Me quedé resonando, experimentando en el cuerpo la sensación de ese momento de claridad. Lo anoté en la pizarra: "cuando hay miedo: amor".
Claro, no es la primera vez que anoto esa frase, pues éste es un *recordatorio*.

Y darme cuenta de que era un *recordatorio* me hizo recordar, además, que no le había puesto orégano y que, ya empezado el repulgue sorprendentemente *perfecto* de mi casi tarta de verduras, no había aceitado la tartera.

Una cosa lleva a la otra, por supuesto, y me reí de que esta experiencia torpe y olvidadiza, en algún nivel de interpretación, también habla de lo mismo. Al final, cocinar es también lenguaje de amor.

Lo vi: ser una humana se trata de amar, de abrazar las experiencias tal y como son dadas, de saber discernir con buen criterio de realidad para luego saber elegir a qué tipo de pensamientos prestarle atención, pues: lo que una cree termina siendo la realidad interna que vive.

Y que a los fantasmas se los combate desde el centro del cuerpo irradiando amor.

Entonces, con la ayuda de una tabla, di vuelta la ahora sí *tarta de verduras* como si fuera una tortilla, la despegué con paciencia de la tartera y la aceité. Con otro movimiento de tortilla la tarta estaba en su lugar, la pinté con agua y le espolvoreé sésamo junto al orégano que antes había olvidado.

A veces las vueltas de tuerca a emociones o sensaciones complejas son tan simples que hacen parecer que hacer una tarta es un tanto más rebuscado.

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